Se acabó la temporada de la calefacción, ¿y ahora qué?

Pero también, si no lo han hecho antes, es la oportunidad, digamos última, a tenor de las fechas que maneja la normativa (RD 736/2020), para instalar los repartidores de costes de calefacción en los radiadores de cada vivienda. Y, por qué no, plantearse que la comunidad optimice el funcionamiento de la caldera en base a la demanda de los vecinos para la próxima temporada colocando un pequeño módulo inteligente en la sala de calderas, como Sophia –con el que se pueden lograr ahorros cercanos al 30%-. 

Desde ISTA estamos convencidos de que el objetivo de esta norma no es otro que mejorar el rendimiento energético en los edificios, priorizando el consumo y la contabilización individual. O, dicho de otra manera, que cada vecino pague únicamente por la energía que consume, situación que fomenta que se realice un uso optimizado de la instalación, reduciendo, cuando sea necesario, su consumo, aunque sin discriminar el confort del hogar.

En consecuencia, se persigue también la contribución al medio ambiente con la disminución de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.
Hasta que la colocación de los repartidores no se produzca, las viviendas tendrán que enfrentarse a desequilibrios térmicos en sus viviendas, lo que se traducirá en que, mientras que aquellas situadas en planta baja o primeras pasarán calor, las de los áticos o últimas plantas tendrán que estar sufriendo el frío, cuando este aparezca.

Este problema, comúnmente conocidos por todos y foco de discusión en las juntas de vecinos, se puede solucionar con la instalación de elementos de regulación y control como, por ejemplo, las válvulas termostáticas, para regular la temperatura de las estancias.

Por si no fuera poco, ahora los usuarios también tendrán que enfrentarse a las sanciones por no cumplir con la legislación vigente, que obliga a la individualización de los consumos de calefacción. No pasemos por alto este detalle